Hace unos días, aprovechando algunos rayos de sol en Montjuic, nos acercamos a la Fundació Miró a visitar la exposición Murals. No se si por que las espectativas eran grandes, o por las ganar de querer disfrutar de una buena propuesta en Barcelona, sentí el vacío.
Las salas, cubiertas en parte por murales se encuentran faltas de explicación en cuanto al proceso y a la cantextualización por parte de los artistas (las cartelas solo nos indican su nombre y procedencia, y el vídeo que se proyecta al final de la muestra resulta insuficiente), la cual cosa refuerza el sentimiento de estar viendo la simple decoración de una sala.
En un recorrido que va des de el graffitti hasta el collage, solo consiguen despertar mi interés ciertas obras, como el gran mural realizado por la Cooperativa Femenina de Djajibiné Gandega "Djida" de Mauritania o la excelente obra realizada con papeles pintados y encolados de la italiana Ludivica Giosca, resultando un compendio de retazos psicodélico-pop que consiguen trasladarnos al universo personal de la artista, repleto de imaginería postmoderna. Mención especial merece la obra de Jerónimo Hagerman, que con su plantación de yedras en el jardín interior de la Fundación, ha conseguido pasar casi desapercibido (¿sería esa su intención?).
En fin un batiburrillo de murales, técnicas y artistas que transmiten poco al espectador y que podéis visitar hasta el 6 de junio.
Las salas, cubiertas en parte por murales se encuentran faltas de explicación en cuanto al proceso y a la cantextualización por parte de los artistas (las cartelas solo nos indican su nombre y procedencia, y el vídeo que se proyecta al final de la muestra resulta insuficiente), la cual cosa refuerza el sentimiento de estar viendo la simple decoración de una sala.
En un recorrido que va des de el graffitti hasta el collage, solo consiguen despertar mi interés ciertas obras, como el gran mural realizado por la Cooperativa Femenina de Djajibiné Gandega "Djida" de Mauritania o la excelente obra realizada con papeles pintados y encolados de la italiana Ludivica Giosca, resultando un compendio de retazos psicodélico-pop que consiguen trasladarnos al universo personal de la artista, repleto de imaginería postmoderna. Mención especial merece la obra de Jerónimo Hagerman, que con su plantación de yedras en el jardín interior de la Fundación, ha conseguido pasar casi desapercibido (¿sería esa su intención?).
En fin un batiburrillo de murales, técnicas y artistas que transmiten poco al espectador y que podéis visitar hasta el 6 de junio.
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